Opinión

Opinión: ¿Estamos realmente dando la hora?

Habitualmente, el modismo chileno “dar la hora” suele aplicarse, dicen los eruditos en el tema, a alguna de las siguientes acepciones: 1) hacer caso, prestar atención a alguien, pero se usa con negación para el sentido contrario; 2) estar en un lugar perdiendo el tiempo.

Ahora bien, después de leer opiniones diversas, y en algunos casos viscerales, en redes sociales respecto a la aplicación del horario de verano en nuestro país a contar del sabado recién pasado, cabe preguntarse si efectivamente no estamos dando la hora respecto al régimen horario vigente en nuestro país.

Pero primero, ¿por qué pasamos cambiando la hora “a cada rato” según las expresiones del senador Guido Girardi en la víspera? Siendo Chile un país con serios problemas de memoria a corto plazo y en algunos casos selectiva, o sea, retenemos solo lo que nos conviene, cabe hacer un poco de historia. Los antecedentes más remotos tienen su data en 1910. En ese entonces se estableció que la hora oficial sería la del meridiano 75 oeste, es decir, cinco horas menos que el meridiano de Greenwich (GMT-5). La determinación fue confirmada dos años después, en la Conferencia Internacional de la Hora, donde se estableció el “Sistema de Husos Horarios”, que rige hasta hoy.

La primera modificación se realizó en 1918, cuando se estableció el huso -4 como horario oficial para todo el país. En 1927 se decretó la primera alternación entre horario de verano e invierno, fijando el huso -5 para el periodo entre el 1 de abril y el 1 de septiembre, y -4 para el resto del año.

Tras décadas de estabilidad, en 1968 se establece el primer acercamiento al horario de verano e invierno que rigió hasta 2015, estableciendo que desde el 2 de noviembre de ese año, la zona horaria pasaría de -4 a -3, lo que duraría hasta marzo del año siguiente. El método fue repetido en 1969 y en 1970 se estableció la norma que rigió por más de 40 años: el cambio al horario oficial (-4) consistiría en adelantar los relojes en 60 minutos, entre el segundo sábado de octubre y el segundo sábado de marzo.

Variaciones más, variaciones menos en el intertanto, todo transcurrió de manera normal hasta que en 2015 se hizo el polémico cambio que fijó el huso horario -3 (hasta ese momento conocido como el horario de verano) como la hora oficial de Chile, sin una modificación por temporada. Polémico porque trajo numerosos trastornos en la vida cotidiana de las personas. Mientras en Arica estaba amaneciendo a las 08:14, en Punta Arenas el astro rey no se asomaba antes de las 10:00. Pero en Santiago no lo hacían mejor: estaba amaneciendo en promedio a las 08:47, algo a todas luces antinatura y que no sólo trajo consecuencias en la salud de la población, sobretodo en los niños, sino que también en la seguridad púbica.

Fue por eso que, ya sea por justicia o por mero populismo, según como se mire, durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet se implementó un horario diferenciado para Magallanes, el problema es que probablemente sea la solución al problema, pero la base sigue estando mal planteada por lo descrito anteriormente. Es más, habiendo vivido mi infancia en la región no recuerdo que haya amanecido a las 10 de la mañana en pleno invierno, tomando en cuenta que ya estaba oscureciendo entre las 3 y las 4 de la tarde. Y mejor ni hablar del fenómeno inversamente proporcional durante el verano donde el sol suele asomarse en el Estrecho de Magallanes alrededor de las 3 o 4 de la madrugada y recien a las 11 de la noche estaba en penumbras.

Con todos estos antecedentes, sumado al término de la vigencia del Decreto 253 del Ministerio del Interior y Seguridad Pública que establecía el regimen horario del pais hasta este año, era la oportunidad propicia para plantearnos una pregunta que no suena tan descabellada y que hasta es necesaria: ¿no estaremos en el huso horario incorrecto?

Y es que si lo pensamos bien y somos prácticos por un instante y dejamos los argumentos emocionales de lado, nos daremos cuenta que en cualquier mapamundi o planisferio que se precie de tal, incluso en Wikipedia, Chile se ubica geográficamente en el UTC -5, junto con paises como Perú o Colombia, en cambio el UTC -4 en invierno nos pone a la altura de países como Bolivia o Venezuela, y aun más lejos, el UTC -3 nos traslada a la altura de paises como Argentina o Brasil, es decir, nada más lejos de nuestra realidad.

Hoy se oficializó el nuevo régimen que entrará en vigencia a partir de 2019, y si bien aumenta el horario de invierno a 5 meses, son cambios cosméticos que no solucionan el problema de fondo y que es urgente y necesario tratarlos. De lo contrario, seguirán habiendo voces que claman con justa razón que en Chile “estamos puro dando la hora”.