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México se juega giro a la izquierda en presidenciales del domingo

México podría dar su primer volantazo a la izquierda en décadas si el favorito Andrés Manuel López Obrador gana los comicios del domingo con sus promesas de acabar con la arraigada corrupción y la descontrolada violencia criminal, impulsar a la ralentizada economía y ayudar a los que menos tienen.

En su tercer intento consecutivo por llegar al poder, el político viene capitalizando el desencanto de millones de mexicanos hartos de gobiernos de los partidos de siempre -el PRI del presidente Enrique Peña Nieto y el conservador PAN- que no han logrado pacificar el país ni limpiar la administración pública.

Sus rivales figuran a dos dígitos de distancia: Ricardo Anaya, de una coalición encabezada por el Partido Acción Nacional (PAN) y el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD); y José Antonio Meade, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), se disputan un lejano segundo lugar, según sondeos.

Conocido por su acrónimo AMLO, López Obrador ha prometido cambios al modelo de libre mercado que impera hace décadas en la segunda economía más grande de América Latina, lo que generó preocupación en el mundo financiero y corporativo.

Pero varios de sus asesores han calmado a los mercados y principales líderes de empresas, asegurando que López Obrador no es un “radical” y que comulga con el libre mercado.

Pese a estos llamados a la calma, en su acto de cierre de campaña el miércoles López Obrador volvió a decir que la “transformación sin derramamiento de sangre” que espera llevar a cabo si gana la presidencia “va a ser una revolución, pacífica, ordenada pero profunda y, diría, radical”.

“Espero que nadie se asuste porque la palabra radical viene de raíz y esta transformación va a consistir precisamente en arrancar de raíz al régimen corrupto, de injusticias y de privilegios”, agregó desde el estadio más grande del país, ubicado en la capital mexicana, que llenó casi totalmente.

El exalcalde de Ciudad de México ha dicho que podría gestarse un fraude en su contra como el que, asegura, le impidió ganar las elecciones presidenciales de 2006. Antes del acto en el estadio Azteca, con capacidad para casi 90,000 personas, el candidato estuvo en Chiapas y en su natal Tabasco.

En su último discurso antes de la votación del domingo, AMLO insistió en sus promesas electorales como reducir sueldos a funcionarios, aumentar salarios, revisar contratos públicos y no hacer más “gasolinazos”, refiriéndose a los bruscos aumentos de precios que tuvieron los combustibles a comienzos del 2017.

Pero esas propuestas han sido calificadas de “populistas” por sus adversarios, quienes aseguran que “El peje” podría llevar a México por la senda de Venezuela, un país sumido en una severa crisis económica. Él asegura que no es como el expresidente venezolano Hugo Chávez ni como Donald Trump, con quien ha dicho espera tener una relación de respeto.

Además del cargo de presidente, en las elecciones del domingo serán renovados unos 3,400 cargos públicos, entre diputados, senadores, gobernadores y alcaldes. Más de 89 millones de mexicanos están habilitados para votar.

La coalición encabezada por Morena, el partido de López Obrador, sería la mayor fuerza en ambas cámaras del Congreso, según sondeos, pero se quedaría corta para lograr la mayoría calificada que le permitiría realizar cambios constitucionales.

¿SORPRESAS?

Anaya, un abogado de 39 años que ha prometido acabar con la corruptela y enjuiciar a Peña Nieto por supuesta corrupción, se ubica en segundo lugar de las preferencias a una distancia de al menos 14 puntos porcentuales de AMLO, según sondeos.

Cuando parecía que la brecha entre Anaya y López Obrador se acortaba hacia marzo, las acusaciones de lavado de activos en contra del candidato panista y una investigación de la fiscalía federal lo golpearon.

“Hago un llamado expreso al voto útil, hagámoslo juntos, hagámoslo todos (…) Nuestra coalición es la única que le puede ganar a López Obrador”, dijo Anaya desde León, en el central estado Guanajuato, la primera ciudad que visitó en abril cuando arrancó oficialmente la campaña, cifrando su esperanza en el 20 por ciento que aún no decide su voto.

En tanto, Meade, exsecretario de Hacienda del actual gobierno, cayó al tercer lugar en los últimos meses en medio de escándalos de corrupción del gobernante PRI.

El también excanciller de 49 años fue acusado por sus contendientes de desvío de recursos públicos durante su gestión en la Secretaría de Desarrollo Social entre 2015 y 2016, pero se ha defendido asegurando que su única mancha es “el vitiligo”.

Las últimas mediciones muestran que Meade ha venido acortando su distancia con Anaya, entre otras cosas, gracias a la formidable maquinaria partidista del PRI, que gobernó de forma ininterrumpida entre 1929 y el 2000.

“Vamos a ratificar en las urnas el único proyecto serio, con rumbo, para dar el cambio que México necesita. Por eso vamos a ganar y por eso ellos van a volver a perder”, dijo Meade, quien cerró su campaña en el norteño estado de Coahuila.

Reuters