Sociedad

En medio de barras bravas

El general Baquedano ha compartido los colores de Colo Colo, la U, la UC y otros clubes durante los últimos 50 días. Sobre el caballo de bronce que sostiene al héroe de la Guerra del Pacífico, en el principal monumento que adorna la plaza que ha sido el centro neurálgico de las manifestaciones durante el estallido social, han desfilado fanáticos, banderas y lienzos de los tres equipos más populares del país. Organizados y unidos como nunca se les ha visto en un estadio del fútbol profesional, protagonistas de varias postales del estallido social que partió el 18 de octubre.

Durante la primera parte de la crisis, la colusión de las barras incluso generó una cierta sensación de gracia en redes sociales, con cientos de fotografías y videos en los que se veía a azules, blancos y cruzados reunidos en las calles. Con el paso de los días, sin embargo, ese simpático cuadro pasó a tener un tono mucho más serio, sospechoso y hasta peligroso, en el caso del frustrado intento de retorno del fútbol rentado. Las mismas RR.SS. fueron el depositario de amenazas contra los clubes, de organizaciones radicales que no querían que se retomaran los torneos.

En total fueron seis fines de semana en los que la actividad simplemente no pudo volver a las canchas, etapa coronada con la invasión de un centenar de miembros de la Garra Blanca en el estadio Municipal de La Florida, que terminó con la suspensión del partido entre Unión La Calera y Deportes Iquique. Fue el viernes 22 de noviembre, 24 horas después de un cambio intempestivo de la sede del compromiso desde La Calera hacia Santiago, producto de la intimidación que la barra brava local hizo llegar al municipio cementero.

Ese mismo viernes en la mañana, la ministra secretaria general de gobierno, Karla Rubilar, afirmaba que en La Moneda conocían informes policiales sobre la participación de “sectores muy duros delincuenciales” de las barras bravas en actos de violencia callejeros. Denuncias de barristas asociados al narcotráfico que “están aprovechando estas circunstancias, que han sido vistos en saqueos con automóviles de alto gamaje”, precisó la vocera. Oficialmente, se hizo la vinculación entre los hinchas más violentos del fútbol y la vulneración de la seguridad pública.

Según datos que entrega Carabineros, entre el 25 de octubre y el 22 de noviembre, 21 miembros activos de barras bravas fueron detenidos por desórdenes públicos, porte de armas y explosivos, amenazas y atentados contra la autoridad y robo, entre otros delitos. Desde las primeras horas del estallido, sin embargo, las sospechas apuntaron a estos grupos de hinchas. Un joven de 16 años, conocido en redes como Benja, fue detenido por su presunta participación en la quema de la Estación Pedrero la noche del viernes 18 de octubre, la más cercana al estadio Monumental. Ese día, a través de su cuenta de Facebook, la facción Garra Blanca Antifascista llamó a protestar por el alza del pasaje del metro, lo que desbocó en el incendio.

Piños y lienzos

Haciendo referencia a los barristas, el jefe del departamento OS-9 de Carabineros, coronel Juan Francisco González, apunta que “dentro de las distintas investigaciones por saqueos, incendios y daños, se ha podido constatar que en algunos lugares, como Plaza Italia, lo que se ha visto es que hay determinados modos de operar de estos grupos en el lanzamiento de bombas molotov, piedras y otros elementos”. Sobre la misma, especifica que se trata de individuos que se han trasladado de los espectáculos deportivos a las manifestaciones. “Se agrupan como piños, para llegar a generar desórdenes”.

El uniformado habla de “piños”. Un concepto muy ligado a los grupos radicales del fútbol y que es la base de su organización, primero en el fútbol y ahora en las calles. En los clubes reconocen que estas células de las barras bravas son las que cada cierto tiempo compiten por el liderazgo del grupo entero. Tanto en Colo Colo como la U hay sociedades que se organizan bajo el rótulo “antifascista” y se coordinan abiertamente por Facebook, como plataforma preferida. Cada piño se identifica con su lienzo y, al menos dentro del estadio, conviven o luchan por ubicar sus paños en zonas específicas de las galerías. Una carrera que muchas veces acaba con actos de violencia durante un partido.

“Estamos cruzando información con otras bases de datos, como Estadio Seguro, donde se ve que algunos de los detenidos han estado vinculados antes en hechos de desórdenes en los estadios. Nuestra investigación se basa en tres pilares para indagar a estos grupos: modo de operar, quiénes son y sus antecedentes”, subraya el coronel González.

“No me importa si estoy en una lista de sospechosos, no tengo nada que esconder”. Camilo, miembro de Garra Blanca Antifascista, lanza esta frase antes de colgar el teléfono. El joven, contactado por La Tercera, asegura que no le interesa explicar su inocencia y la de su piño en algunos de los hechos violentos que se han dado en las últimas semanas. Simplemente acusa que todo “es parte de un montaje del gobierno que solo busca desviar la atención de lo central, que es la lucha del pueblo por sus derechos”. Su discurso se apega disciplinadamente a lo que sentencia la mayoría de estos grupos en sus redes sociales. Cuadrillas que se relacionan con las hinchadas de los equipos grandes y también las de clubes más modestos, dentro y fuera de Santiago.

De acuerdo a la información de la policía, de los 21 detenidos que tienen ligazón con barras bravas, 12 pertenecen a la barra de la U y nueve, a la de Colo Colo.

El fútbol, espacio en donde se engendró el poder de las barras bravas, finalmente se arrodilló frente a los ataques de quienes se identifican como seguidores incondicionales de sus clubes. Desde los planteles y la dirigencia se habló de jugadores que fueron intimidados, pero nadie presentó una denuncia formal ni especificó hechos concretos. “Todos sabemos que ahí hay de todo, hinchas, delincuentes, anarquistas, narcotraficantes”, expuso hace unos días José Luis Navarrete, presidente de la U. El directivo también se refirió a las amenazas, pero sin ejemplos claros.

Una postura similar tuvo el timonel de Colo Colo, Aníbal Mosa, quien sin hacer acusación frontal al rol de la Garra Blanca en el boicot del fútbol, solo recalca que los clubes y la ANFP deben hacer un esfuerzo mancomunado para no darles la razón a las barras. Una frase que se ha repetido una y otra vez desde que la violencia se instaló en el tablón chileno.